Por lo menos en nuestra cultura, se ha tenido la idea de que Halloween es el "Día de los niños". Un concepto que para muchos es inconcebible por el direccionamiento que se le ha dado lleno de terror y estereotipos reflejados en películas y mercadeo en general.
Pero más allá de cuestionar el sentido del Halloween, tal vez deberíamos preguntarnos si la crítica es en vano o no. Es apenas observable que aquellos que mueven el mercado del Halloween comprando disfraces, decorando sus casas, asistiendo a rumbas, haciendo bromas y disfrazando a sus propios hijos, son los adultos. En parte, todos somos conscientes del amarillismo de esta época, pero nos encanta disfrutar disfrazándonos, regalando dulces, pedirlos o el sólo hecho de salir a ver los disfraces de los demás, salir a ver la "recocha".
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